Petra Kvitova disputará su primera final de un torneo desde el ataque a puñaladas que la dejó fuera del tenis. Garbiñe Muguruza quedó apeada en Birmingham por una joven de 21 años que ha sido la revelación del torneo. Kvitova, bicampeona de Wimbledon, lució lista para ese certamen, tras imponerse a su compatriota Lucie Safarova y alcanzar su primera final desde que un asaltante que se encontraba en su vivienda la agredió con un cuchillo y le lastimó la mano con la que sostiene la raqueta.Será además la primera final que dispute Kvitova sobre césped desde 2014, cuando se coronó en Wimbledon. La victoria de Kvitova tuvo sin embargo un sabor agridulce, pues su amiga Safarova debió abandonar el encuentro por un tirón en el muslo derecho cuando perdía por 6-1, 1-0."Lo siento por Lucie, y espero que mejore pronto, pero me encanta jugar finales", manifestó Kvitova. "Me gustan los grandes partidos, y he extrañado esto durante los últimos seis meses".En el duelo por el título, la zurda Kvitova se medirá a Ashleigh Barty, la sorprendente australiana que doblegó 3-6, 6-4, 6-2 a Muguruza, campeona del Abierto de Francia en 2016.Independientemente de lo que ocurra en la final, Kvitova está fascinada por el progreso de su tenis."La mano está bien, y ésa es la mejor noticia", comentó. "No siento dolor alguno".Kvitova participa apenas en su segundo torneo y disputó su sexto encuentro desde el ataque ocurrido en diciembre. Se le preguntó si su retorno ha resultado más fácil de lo que esperaba."Sí, no podía haber imaginado un mejor regreso", indicó, si bien se mostró reacia a considerarse entre las favoritas para coronarse en Wimbledon.Barty ocupaba apenas el lugar 271 del escalafón al comienzo del año. En marzo, ganó su primer título en Kuala Lumpur.El sábado, recurrió a su estupendo slice, y encontró la forma de cortarle el ritmo a Muguruza y de anular su juego habitualmente elegante."Seguiré jugando así, y sé que tarde o temprano tendré la oportunidad de conseguir otro trofeo", dijo Muguruza, quien llegó a este certamen buscando recuperar la confianza tras quedar destronada en París hace un par de semanas.