La Puerta de Brandenburgo en Unter den Linden hacía esfuerzos todavía por permanecer de pie en aquel 9 de julio de 2006. Un terremoto con epicentro en Dortmund había azotado a toda Alemania que veía cómo su selección quedaba privada de ganar la Copa del Mundo unos días antes, una "desgracia" azul que ahora llegaba a la capital Berlín, desolada por el golpe a la "Mannschaft" pero también de fiesta con el partido más importante que puede existir en el futbol; una dicotomía tan cruel como interesante.A poco más de 8 kilómetros de distancia, la Selección de Italia se presentaba orgullosa en el Olympiastadion berlinés para disputar la Final de Alemania 2006 ante Francia, élite europea en la cumbre teutona, un encuentro ríspido y que paralizó a un país dolido pero conocedor de la calidad que había en el césped sagrado creado para los lejanos Juegos Olímpicos de 1936.'Azzurri' y 'Bleus', el azul invadió a la nación germana en una de las Finales más memorables en la historia del certamen, celebrada un día como hoy. Zinedine Zidane, ya en su último partido con su amada camiseta gala, abrió el marcador a los 7' vía penal, pero Marco Materazzi igualó los cartones 12 minutos después. Ambos hombres serían protagonistas de esta definición, más allá de su aparición en la cédula oficial como únicos anotadores de una batalla que se extendería más allá de 120 minutos.Ya en tiempos extra, Marco Materazzi se acercó a Zidane, le provocó y encendió al astro francés, quien perdió los estribos para propinar un cabezazo franco sobre el pecho del italiano, quien se desplomó sobre el césped berlinés. Es una de las agresiones más famosas no solamente del futbol, sino del deporte en general y que anticipó el retiro de "Zizou" por unos instantes al ver la tarjeta roja a los 110'.La tanda de penales definió a la Italia Campeona del Mundo, logro que alcanzaría por cuarta vez en su historia gracias a impecables definiciones del propio Materazzi, Pirlo, De Rossi, Del Piero y el definitivo de Fabio Grosso, todos aprovechando la falla que tendría Daniel Trezeguet por el bando "Bleu".El Estadio Olímpico coronaba a un azul transalpino más fuerte que otro. Italia triunfaba en tierras inconquistables con la cabeza de un ídolo caído.